Cuando estaba terminando el bachillerato era el momento para elegir que quería estudiar en la Universidad, era el momento de tomar una de las decisiones más difíciles y de alguna manera fundamentales de mi vida, porque eso que eligiera era a lo que me iba a dedicar, en lo que iba a trabajar, lo que me daría sustento, todo esto según las normas sociales, que en este momento me importan un carajo, pero bueno. Te dicen que tienes que estudiar algo que deje dinero, aunque no te guste, algo en lo que puedas conseguir trabajo rápido.
Es increíble como muchos se siguen rigiendo por las ideas arcaicas de un gran porcentaje de la sociedad que sobrepone lo económico por encima de la vocación… Yo fuí una de ellas, pero mi caso fue aún más complicado. Decidí estudiar contabilidad porque según me habían dicho había muchas oportunidades de trabajo en el mercado laboral y por la razón más estúpida y desacertada que he tomado, porque una amiga iba estudiar lo mismo en la misma universidad que yo, y así no estaría sóla.
La decisión que tomé muestra un grado tan alto de inseguridad, falta de autoconfianza y una personalidad adaptada a la de los demás que cuando hoy miro hacia atrás siento pena de mí misma, si, porque ese fue el momento en el que convertí en alguien sin personalidad propia, sin decisión, alguien con miedo al mundo, sin seguridad. Estudié 6 cuatrimestres de contabilidad, pensé que llegaría un punto en el que me gustaría, pero el sólo hecho de imaginarme sentada todo el día en una oficina con un montón de papeles y números por doquier ganando un salario miserable, haciendo algo que me disgustaba cada vez más, me causaba náuseas y un un sentimiento que me hacía sentir miserable.
Tenía dos grandes razones para no desertar- la primera, lo mucho que había trabajado mi mamá para pagarme esa carrera y la segunda, un miedo paralizante, miedo al futuro. Me desgastaba el tener que sentarme durante cuatro horas frente a una computadora a escuchar a un profesor, era una tortura para mí y lo era porque no me gustaba lo que estudiaba y esto hacia que sacara las mejores calificaciones porque esa siempre ha sido mi forma de ser, pero a la semana no quedaba rastro en mi mente de todo lo que había «aprendido», porque mi cerebro lo rechazaba, para él todo eso era basura que no valía la pena recordar.
Puede que la ansiedad y la depresión sean dos transtornos horribles que te van consumiendo, pero también es cierto que aparecen por una razón. Cuando estuve en mi momento más vulnerable cuando después de años de ocultar lo que me pasaba, no aguanté más y le conté a mi familia, ese fue el momento en que a pesar de lo mal que la estaba pasando, con dolores en todo el cuerpo, insomnio, náuseas, debilidad, miedo, tristeza, culpa, también fue el momento que ha marcado un antes y un después en mi vida, fué el momento en el que me dí cuenta que lo que me pasaba no era casualidad, sino una forma de mi mente, mi cuerpo y mi alma expresarme que tenía que hacer una alto, un alto a todo aquello que se robaba mi energía, y así lo hice, abandoné la carrera en enero de este año y lo más maravilloso fué que mi familia me apoyó completamente porque ellos sólo quieren mi felicidad.
Hoy sigo trabajando en mí y les juro que cada día es un reto, pero sigo y eso es lo importante. Ya descubrí la carrera que quiero estudiar, lo que estaría feliz de hacer durante toda mi vida; quiero ser una Ingeniera Agroforestal, porque ahí se combinan varias cosas que amo – la naturaleza, la tierra ( agricultura) y los bosques, las montañas. En septiembre inicio esta nueva aventura y quiero que sepan que nunca es tarde para hacer lo que amas, no existe un manual que te diga en qué tiempo debes hacer las cosas, no elijas por satisfacer a los demás, elige porque en tú corazón sabes que es lo correcto, que es lo que deseas y quieres.
Aunque este es el comienzo de todo lo que me falta por sanar, aprender, hacer y vivir, estoy orgullosa de todo lo que he logrado y a pesar de ser el año más difícil de mi vida, también ha sido el más gratificante porque he hecho cosas que nunca imaginé tener el valor de hacer. Este es el año en el que comenzó mi proceso de sanación, el año en el que no me estoy guardando nada, dónde estoy dejando ir lo que no me hace bien y dónde me estoy conociendo a mi misma. Este es el año en que me dí cuenta lo amada, fuerte, capaz, luchadora y guerrera que soy.
No ha sido y no es fácil, pero aquí estoy dando lo mejor de mí. Suelta lo que no te haga feliz y a quien o lo que te robe tu paz, no te apresures porque esto no es una carrera, y recuerda, está bien equivocarse para luego encontrar el camino correcto.
P.D: ¿Estás orgulloso/a de tí?
P.D2: ¿ Que es lo que te apasiona?
FACINGLIFE 💛