QUE BUENA ESTOY.

«Me da miedo hablar delante de la gente», «Quiero hacer esto, pero me juzgarán», «Me están mirando, deben estar hablando de mí», «mejor no expreso mi opinión, nadie la tomará en cuenta», «Está ropa me qué horrible, los demás se van a reir de mí «, «Estoy muy flaca», «Soy una gorda horrible», «nadie se fijará en mí»… Estas son frases o pensamientos clásicos de aquellos cuya vida se basa en la opinión de los demás, aquellos que no hacen las cosas por miedo al qué dirán y cuya autoconfianza se la ha llevado el viento o simplemente nunca existió, nunca se desarrolló, quizás por situaciones traumáticas, palabras hirientes, personas horribles que se sienten superiores haciendo sentir a los demás inferiores, y quizás debido a su gente más cercana: familia y amigos.

Imagínense vivir bajo la sombra de los demás, vivir con miedo de ser uno mismo, escondernos y encerrarnos , no salir al mundo a mostrar lo que realmente somos, sentirnos inferiores; sé que cada uno de nosotros en alguna ocasión ha experimentando ese sentimiento de inseguridad que no nos permite ver lo que realmente somos y lo que realmente valemos, un sentimiento tan abrumador que nos mantiene viendo a los demás por encima de nosotros y nos vemos a nosotros mismos como seres diminutos, rezagados y vulnerables.

Yo me he sentido de esa manera, tan pequeña e insignificante, tan débil e invisible, siempre comparandome con los demás, siempre buscando algo malo en mí y obviando todas aquellas grandes cualidades que poseo. Mi confianza era nula, prácticamente no existía; lo único que se hacía presente era una horrible sensación que me hacía ver a los demás en las altura, mientras yo estaba en el suelo. En mi caso todo esto comenzó en la adolescencia y desde hace poco estoy intentando dejarlo en el pasado y mostrar la persona que realmente soy y la persona que aspiro llegar a ser.

Lo primero es aceptar que nadie es más ni menos que los demás. Cuando dejamos atrás ese sentimiento de inferioridad estamos dando el paso inicial de un largo proceso, un proceso que valdrá la pena. Yo me encuentro en un punto en el que intento ver todas aquellas cualidades que poseeo y me hacen única, aquellas pequeñas cosas que conforman mi escencia. Debo admitir que se me olvida muy seguido, pero siempre hay alguien allí afuera que me lo recuerda, que ve en mi lo que yo debo ver.

La confianza en uno mismo es un factor determinante para crecer y alcanzar aquello que se quiere. Confiar en nosotros mismod nos hace sentir invencibles, que podemos y somos capaces de alcanzar y hacerlo todo.

Sé que es difícil pero una vez que estás dispuesto a confiar, nada te detendrá. Debes decirte a tí misma/o todas esa cosas que te hacen grande, que te hacen ser tú. Tienes que mirarte al espejo y decir: soy capaz, puedo con todo, soy hermosa/o, inteligente…mírate de pies a cabeza y agradece.

En mi proceso he hecho pequeños cambio, pero que significan un mundo para mí… He decidido cambiar mi estilo de peinado, ponerme ropa que nunca hubiese usado antes, expresar mis sentimientos, poner en su puesto a aquellos que se creen más, aprendí a maquillarme, no lo hago con mucha frecuencia, pero cuando lo hago yo misma me halago, me paro delante del espejo del baño, sonrío y me digo lo linda que soy y lo buena que estoy. Es un camino difícil en el que no siempre te sientes cómoda/o con tigo misma/o, pero son más los momentos gratificantes.

Confía en tí, en lo eres capaz de hacer, en tú valor, en tus atributos, tú habilidad. La vida es muy corta para vivir con limitaciones, sintiéndote como un cero a la izquierda. Vive como si te fueras a comer el mundo, pero recuerda, siempre respetando y sin pisotear a los demás, porque aquí hay cabida para todos.

P.D: Ponte esa ropa que siempre quisiste ponerte.

P.D2: Di algo que te hayas estado guardando.

P.D3: Mírate al espejo, desnud@, con ropa, como sea y hazte cumplidos, no sólo sobre tú cuerpo, también sobre tú personalidad, mente, tú espíritu, tú alma.

P.D3: Escucha «En guerra» de Sebastián Yatra y Camilo.

Franselis – FACING LIFE 💛✨

Relatos de un alma conciente.

RISAS

Escucho risas, a lo lejos. Al parecer se divierten mucho allí afuera. Algo de mi quisiera estar riéndose así en este justo momento, con él al lado mio y un millón de historias que ya hemos contado y escuchado Miles de veces pero aún nos hacen doblar de la risa, como el primer día.

COMO EL PRIMER DÍA

Desearía que todo fuese como ese primer día en que lo conocí, desearía que me viera, escuchara y hablara de la misma manera. Definitivamente las primeras veces son únicas e irrepetibles.

ÚNICOS E IRREPETIBLES

Únicos e irrepetibles son esos ojos color miel, eso ojos que guardan tanta dulzura, tristeza y amor en su interior. Únicos e irrepetibles como el primer atardecer que vía a su lado.

A SU LADO

A su lado, lo amargo se volvía dulce, la oscuridad se llamaba de luz y hasta lo malo era bueno. A su lado no me sentía una más del montón a su lado era el centro del universo, de su universo.

EL CENTRO DEL UNIVERSO

Lo miro de arriba a abajo, cada detalle, cada pequeño lunar, cada pestaña. Me dicen que pienso que es el centro del universo porque sólo hablo de él, y sí, lo es. Él es mi universo.

MI UNIVERSO

Creí que duraría para siempre. Mi universo sólo se refería a él y no, me dí cuenta que no podia ni puede ser así, porque en mi universo hay mucho más… Familia, amigos, metas, sueños…y cuando me dí cuenta de ello él ya me había hecho creer que él era el sol, pero no, se equivocaba porque en mi universo yo soy el Sol.

YO SOY EL SOL

Ahora percibo mi luz, las sombras no me cubren más. Mi alma proyecta luminosidad y ya nadie será el centro de mi universo, porque río como el primer día y ahora cada día es único e irrepetible, al lado de quienes me quieren. Definitivamente yo soy el sol.

TE QUIERO, PERO ME QUIERO MAS A MI.

Una vez más estoy dando el primer paso, una vez más se me dificulta dejar ir a las personas que realmente quiero. Una vez más parece que me importa más que a la otra persona.

Estoy aquí recostada a su lado, estoy esperando que diga algo, aunque sea una sola palabra, pero no, nada sale de su boca. Quizás sea la señal que estaba esperando para mandar todo esto a la mierda definitivamente.

Si, estoy llorando, justo a su lado y ni siquiera se da cuenta. Ya me he desgastado mucho, he llorado mares y cada vez las cosas son iguales, yo la de los sentimientos y esta persona a mi derecha, fría, aunque no sé si por dentro le duela al igual que a mí. Si le duele está fingiendo muy bien.

Quizás ya sea hora de marcharme, aceptar que no todo dura para siempre. Otra oportunidad, otra prueba, otra vez en el mismo círculo vicioso que consume mi espíritu.

Aún no dice nada y no creo que lo haga. Supongo que ya es hora de irme. Salgo, me encierro en el baño y siguen cayendo las lágrimas como un río desbordado. Intento calmarme pero estoy enojada, estoy enojada conmigo, por seguir insistiendo.

Su madre viene a hablar conmigo y me dice que su hija estaba esperando que yo hablara primero, y sólo pienso – » siempre he hecho todo primero en esta amistad, entré a tú habitación, me recosté a tu lado, ¿Qué más querías?… Ya lo he dado todo» .

Lo anterior lo escribí el día en el que decidí dejar atrás a alguien muy importante para mi. Lo escribí estando a su lado, mientras miraba al techo de su habitación. Lo escribí con frustración y enojo, pero sobre todo con tristeza, tristeza al sentir que estaba al lado de una desconocida. Y es que no hay nada más doloroso que ver a alguien a quien quieres con todo tu ser convertirse en un extraño ante tus ojos, una persona indiferente, una persona que no era, o quizás si, pero no lo había demostrado.

Nadie merece recibir menos de lo que da. Nadie merece recibir migajas de amor, migajas de atención. Nada que no sea mutuo merece la pena y mucho menos perder la paz.

Lo intenté un millón de veces. Dí el primer paso un millón de veces y nunca recibí lo mismo. Te quiero, pero me quiero más a mi.

Adiós.

Franselis – FACINGLIFE ✨💛