La vida pasa realmente rápido, y nos concentramos en cosas tan vanas, repetitivas e inútiles que no aportan nada a hacer florecer el alma. Cosas que si analizamos nos sentiríamos incluso algo avergonzados de darle un valor que no merecen en lo absoluto.
Creo fielmente que nuestro espíritu necesita ser alimentado, nutrido y cuidado de adentro hacia afuera. Merece recibir más cosas importantes y lindas, y menos cosas que sólo desgastan y drenan.
Me refiero a cambiar las relaciones absorbentes por relaciones sanas, palabra hirientes por palabras de apoyo y aliento, compañías dañinas para el corazón por compañías que nos hagan doblarnos de la risa , trabajos que nos hacen infelices por cosas que realmente contribuyan a qué seamos felices y plenos. Me refiero a hacer cosas diferentes, cosas que vayan en concordancia con lo que somos y soñamos ser.
Haz cosas nuevas. Desecha la basura, relacionate con personas con bonitas y positivas vibras, habla con un extraño en el autobús ,en la calle, en el súper… y quizás encuentres a un amigo para toda la vida. Sé tú, sé libre, sé llanto pero también risas, sé aire fresco, sé un espíritu bondadoso, sé agua que fluye y se deja llevar solo por las cosas buenas. Abraza y besa mucho. Explora. Ama, pero sobretodo amate.
La vida no es sencilla, pero vale la pena ser vívida. No todo es color de rosas, pero recuerda, puedes pintar tú mundo de los color que quieras. Házlo.
Hace unos días mientras hacía una de mis cosas favoritas: caminar por las montañas, noté algo muy curioso y lindo. Me detuve un momento, en silencio, y le dijes a mis compañeras que se detuvieran he hicieran lo mismo.
Escuchamos, escuchamos un río en la copa de los árboles, sí, un río. Mientras los pinos se movían elegantemente al ritmo del viento, estos hacían este sonido tan hermoso y peculiar, un sonido que no era ajeno para mí, un sonido hipnotizante.
Era un río en la copa de los árboles, que fluia entre aquellos majestuosos pinos, tan altos como un edificio, tan imponentes y tan bellos a la vez . Pinos llenos de una magia mística, cómo sacados de un cuento de hadas.
Duramos un minuto escuchando atentamente. No sé si ellas sintieron la misma emoción que yo , pero si sé que sentían el mismo interés.
A veces tenemos que hacer silencio para escuchar, respirar profundo, sentir y conectar. Cuando lo hagas te darás cuenta de cosas increíbles, cómo por ejemplo que la danza de los pinos genera que sus copas suenen como un río.
Una especie de sentimiento desgarrador y abrumante cubre mi pecho y me estrecha el corazón haciendo que las lágrimas caigan por mi cara sólo con la esperanza de apaciguar esto. Sé perfectamente el nombre de esta sensación, y lo sé porque no es algo nuevo para mí y mucho menos desconocido.
Frustración se llama. Frustración con la vida, quizás conmigo misma. Frustración porque después de haber pasado las mejores semanas que he pasado en muchísimo tiempo, me siento mal, me siento como una malagradecida.
Es cómo sí el dolor hizo una pausa para dejarme respirar y experimentar por un momento lo que es la libertad, la plenitud y felicidad, lo que es sentirse vivo, y ahora ese momento simplemente llegó a su fin, se acabó y no estaba preparada para ello. Creo que mi alma ya se estaba acostumbrando a la felicidad.
La vida se trata de instantes, instantes que debemos saborear al máximo, lentamente y sin ninguna prisa. Al cerrar los ojos me imagino bailando en la sala de mis amigas, sin pensar mucho, sólo sintiendo el ritmo y dejándome llevar por él. Veo las plantitas que sembré con tanto amor para ISA y también a MARÍA cuidando de nosotras como una madre.
Vienen a mi mente las noches de pasta y música a todo volumen, los paseos improvisados y las llamadas de horas y horas. Siento como un gran sonrisa enmarca mi rostro al recordar, porque bien se dice que recordar es vivir, o más bien revivir.
Mientras escribo esto este sentimiento se va esfumando, al igual que las casi incontrolables ganas de llorar que me embargaban. Todas las memorias que tengo de este increíble viaje me reconfortan y estarán conmigo para siempre.
Lo que viví estás últimas semanas fué una especie de renacer, una experiencia casi sobrenatural, dónde volví a encontrarle sentido a muchas cosas y comprobé una vez más lo querida y amada que soy. Comprobé que puedo pasar una vida sin ver a mis amigos y que cuando nos reunamos otra vez, será como si no hubiese pasado el tiempo.
Conocí a nueva gente. Conocí a personas maravillosas y sumamente especiales, personas que agradezco haber conocido y con las cuales viví cosas que agradezco aún más. Ahora, después de todos estos párrafos lo único que queda es nostalgia y agradecimiento.
Queda en mi pecho el gusto y la suerte de haber tenido las mejores vacaciones de todo el mundo, con la mejor gente de todo el mundo. No más frustración por cosas que no puedo controlar y que sólo se roban mi energía. Sólo puro agradecimiento a la vida por enseñarme cada de día de las últimas semanas que vale la pena estar aquí, sin importar qué.
Cada vez que sienta nostalgia cerraré los ojos y recordaré todo lo que viví. Llegará a mi mente el maravilloso viaje al río, los atajos imprevistos, las costillitas del equipo remolacha, los «Te amo» de María y Mergy, el nuevo y especial vínculo que creé con Isabel, la disponibilidad y amor de Yanuel, el paseo con Virgen, los bailes con Gabriela en plena Zona Colonial, los cultos que servían de alarma, a mí saltando a un charco y subiendo una cuesta inclinada, la luz de Osmeylin y de todas las personitas con las que tuve la suerte de cruzarme, la cualidad de amigo de Imán, bailar con Yomelvin, ver a Enrique y Cristian, y cómo nadie me reconocía al verme – HAHAHAHA -.
Coño, que bueno es estar viva y rodeada de las personas indicadas.
P.D: Adiós frustración, hola agradecimiento. Hasta la próxima.
Creo fervientemente en que la naturaleza tiene algo especial que infunde vida, y no me refiero a lo que ya sabemos respecto a ella, porque es más que obvio que es la principal fuente de vida – plantas, árboles, animales…- pero yo veo algo más profundo y de alguna forma, raro. Me refiero a que estar en medio de ella, rodeada por su belleza, el sonido de las aves, el viento rozando mi cara y haciendo volar mi cabello, las ramas de los árboles bailando a su ritmo y el agua fluyendo libremente es como alimento para el alma y una gran bocanada de aliento que nutre el espíritu.
No sé si los demás se sentirán así frente a la madre naturaleza, pero yo sí, yo me siento viva, me siento inspirada y afortunada. Afortunada porque tengo el privilegio de disfrutar de ella, tengo la suerte de vivir en ella, por ella y para ella.
Siempre agradeceré haber nacido en Constanza y haber crecido jugando descalza en las parcelas, sembrando y trepando pinos en la loma, subiendo matas de guayaba, y trabajando con mi papá en el conuco. Un conuco dónde se han cultivado tantos y tantos alimentos, un conuco que produce alimentos para todos los dominicanos – lechuga, zanahoria, papa, repollo, brócoli, coliflor, cilantro, remolacha, cebolla, ajo…- , un conuco que nos ha servido de sustento, tierra que amamos y por tanto cultivamos con amor.
Toda esa introducción, aunque larga pero sumamente necesaria, es para contarles de la extraordinaria experiencia que tuve ayer, una experiencia que quedará grabada en mi memoria, pero aún más importante, en mi corazón, para siempre. Ayer fue un día hermoso donde estuve rodeada de personas hermosas, vibras y energías contagiosas y por supuesto un escenario de película. Estuvimos en Salcedo ( provincia Hermanas Mirabal) en una excursión guiada por @sirenomanrd y su increíble equipo, hacía Río Partido.
Desde que nos subimos a la guagua el ambiente fue tan ameno y acogedor que me hizo sentir como que todos nos conocíamos de antes, digo esto porque yo estaba con unos amigos de verdad muy especiales que hicieron mi vida más llevadera y felíz en el tiempo que compartí con ellos durante el último año de bachillerato; los demás eran personas de diferentes lugares que aún no conocíamos y creanme que esa sensación es de las cosas más especiales que podemos sentir cuando conocemos a alguien por primera vez. En el camino, cómo buenos dominicanos, nuestras voces sonaban al unisono en un ruidosa aunque increíble interpretación de diversos géneros, especialmente la bachata. Lo único que lamento es que íbamos en una guagua, porque yo no puedo escuchar música y evitar querer pararme a bailar – cómo ya les he comentado, bailo hasta los anuncios-.
Cuando llegamos al lugar donde comeríamos, estaba más que emocionada porque eso significaba que ya empezaríamos a caminar, iniciariamos nuestro trayecto hacia el río. Yo como buena «monteadora», buena constancera y carajita de campo estaba más que lista para caminar lo que fuese necesario, porque de verdad me gusta mucho hacerlo, es algo que hago habitualmente en mi amado Contanza y realmente lo disfruto.
Cuando iniciamos la caminata yo me auto-nombré guía, y como buena guía encaminé a nuestro grupo al lugar de destino, sin contratiempos y con una agilidad digna de admiración – HAHAHAHAHA, sorry Sireno, pero es la verdad-. Fue una caminata de alrededor una (1) hora o menos, la verdad no estaba pendiente de eso, sólo quería llegar.
Cuando estábamos cerca, el sólo hecho de oír el sonido del Río me erizó los pelos, mi pecho se llenó de emoción y mis piernas no podían dejar de moverse. Al ver ese azúl celeste quería gritar de la felicidad. Es lo más hermoso que he visto en mucho tiempo.
Nuestro viaje por el río inició en un pequeño charco dónde nos dimos un chapuzón y fallé en el intento de aprender a flotar – mi elemento es la tierra-. Lo siguiente fue caminar unos metros hacia un punto donde podíamos saltar al río desde una altura que luego me dí cuenta no era tan grande como yo pensaba.Tuve que reunir todo mi valor para poder saltar, creo que lo intenté unas diez (10) veces antes de atreverme a hacerlo, pero saben qué, lo hice y me sentí un campeona, el orgullo hacia mi propia persona estaba y está por las nubes, porque nadie sabía, pero siempre le he tenido pavor al agua, los ríos, la playa, a ahogarme y a no saber lo que hay en el fondo. Quizás para algunos sea algo sin importancia, pero para mí significa el mundo, como cada logro que voy alcanzando en mi vida, por pequeño que sea.
Luego de ese primer salto, salté unas seis (6) veces más, de diferentes lugares, aprendí a controlarme en el agua, a moverme en ella y también a dejarme llevar por ella. Gocé todo el trayecto hasta el charco principal, el más hermoso de todos, una obra de arte perfecta.
El camino de regreso fue un poco más difícil porque a alguien se le ocurrió tomar un atajo por una barranca inclinada. Al principio parecía buena idea, pero cuando mis piernas empezaron a temblar me dí cuenta de que no, en realidad no lo era. Al final logré subir y lo hice de primera, otro gran logro para mí.
Por aquí quiero dar infinitas gracias a todos los que estuvieron ahí dándome ánimos para que saltara y para aquellos que me ayudaron y ayudaron a mis amigos en el agua… Ustedes son lo máximo. Gracias Jefri por lanzarte conmigo, gracias chicos (Izame, José, Ángel y demás) por ser tan buena onda y hacer que ese viaje fuese aún más increíble, gracias a todo el equipo, incluyendo a Alex aunque no grabó mi salto -HAHHAHHA-.
Creo que si fuese por mí, iría a una aventura con estos chicos todos los días. Lo de ayer será un experiencia que voy a atesorar por siempre, porque conocí gente especial, lo disfruté al máximo y algo importantísimo, vencí algunos miedos.
Les puedo decir que hacer lo que a uno le gusta y descubrir nuevos lugares, nuevas personas y nuevas experiencias es lo máximo. Mi alma no podría estar más feliz y agradecida.
¡QUE MARAVILLOSA ES LA VIDA!
¡QUE MARAVILLOSA ES LA NATURALEZA!
¡QUE MARAVILLOSAS SON LAS PERSONAS QUE TE EMPUJAN, APOYAN Y BRINDAN BUENAS VIBRAS!
¡QUE MARAVILLOSO FUE ESTE VIAJE!
P.D: Cómo aquí a todo le sacamos la enseñanza te pido que vivas al máximo, rodeate de naturaleza, respira aire fresco, ten aventuras, ábrete a conocer nuevas personas, enfrenta tus miedos y salta, no te quedes con las ganas.
Las largas caminatas, el calor, la sed, el dolor en los pies… No fueron impedimento para ir hoy fuera un maravilloso día, un día especial al lado de personas especiales. Fue una día maravilloso por el simple hecho de estar con gente de vibra bonita y sentimientos puros.
Hoy bailé, reí, tomé fotos, que divertí, aprendí y también durante el proceso descubrí que no soy la misma de hace unos meses atrás. Descubrí que lo más simple puede ser lo más gratificante, y que ver cosas, rostros y personas nuevas, realmente refresca el alma. Ya he comentado que una de mis cosas favoritas es observar detenidamente a las personas, especialmente sus rostro, sus ojos, y hoy fue un deleite lo que pude ver.
No soy la misma que hace unos meses atrás porque ahora sé lo que soy y lo que valgo, tengo confianza en mí, tanta que no me apena ponerme a bailar en un parque lleno de gente, tan sólo porque quiero, puedo y me encanta. Yo bailo hasta los anuncios, no hay que «jucharme» mucho.
No había tenido la oportunidad de recorrer la Zona Colonial cómo lo hice hoy. Ver cómo en un sitio en el que parece que se detuvo el tiempo en la época colonial, tanta gente de diferentes partes del mundo se encuentran, conviven y se conocen, lo cual para mí no tiene precio.
Feliz y agradecida de cada día poder aprender y experimentar algo nuevo, algo diferente. Otra cosa que he descubierto es que soy alguien de espíritu libre y alma bondadosa, alguien a quien el hecho de brindarle una sonrisa a alguien en la calle y recibir una de vuelta le alegra el día e incluso la vida.
Atesoro todos los momentos como estos porque en ellos soy demasiado feliz. Atesoro todas las lindas experiencias que vivo, y puedo decir que vivir se siente maravilloso.