Todo está tan tranquilo y callado. En noches como estás es cuando deseo intensamente que amanezca ya.
Es como si Morfeo se olvidó de mÃ, esta noche, bueno en realidad creo que lo hizo hace mucho. Desde que la ansiedad empeoró, mi rutina de sueño no ha vuelto a ser la misma.
Es frustrante y retador, pero si no fuese porque tomo pastillas para poder relajarme y conciliar el sueño, creo que esto me pasarÃa todas las noches. Como me pasó seguido durante más de un mes.
Cuando duermo es mi momento de entera paz. No hay ansiedad ni dolor, ni llanto… Sólo yo en mi cama acurrucada, en un estado de serenidad y tranquilidad inigualable, que sólo obtengo cuando cierro los ojos y caigo en un sueño, no tan profundo, pero lo suficiente para poder descansar.

Cómo no todo es perfecto, es probable que las pastillas que tomo puedan generar una dependencia en mÃ, una adicción pues. Pero por ahora es lo único que me asegura poder conciliar el sueño las horas suficientes para no vivir como un zombie, asà que creo que estoy dispuesta a asumir el riesgo.
Una adicción serÃa algo que de verdad apestaria, pero a veces hay que tomar decisiones y contemplar los pros y los contras. Hay que estar dispuesto a sacrificar algunas cosas, para obtener otras.
Espero con toda mi alma pronto poder ir dejando la medicación. Creanme que no disfruto tener que tomar más de cinco pastillas diferentes durante el dÃa.
Es complicado, unos no verán bien y otros no estarán de acuerdo, pero en definitiva es lo que junto con la terapia psicológica me ha ayudado a apaciguar estos transtornos. El sólo recordar a la yo de unos meses atrás hace que mis ojos se llenen de lágrimas. Era una cosa, me sentÃa y me veÃa muerta en vida.
Emergencias era mi segundo hogar. Mi miedo a tener un ataque al corazón hacÃa que mi mente creara sÃntomas fÃsicos tan reales que en varias ocasiones, más de las que puedo contar, pensé que era todo, que morÃa y quizás el sufrimiento acabarÃa, pero igual me aterraba.
Aunque haya dÃas en que me sienta como un trapo viejo, nada se compara a lo que vivÃ. No sé lo desearÃa a nadie, absolutamente nadie. Pensé que me volverÃa loca. Mi mente me generaba sÃntomas fÃsicos tan intensos que los médicos me realizaron toda los estudios habidos y por haber. Los electrocardiogramas estaban a la orden del dÃa. La vida no era vida, era un infierno, no hubiese querido decirlo asÃ, pero no encuentro otra palabra.
Les confieso que me aterra volver a ese punto. Me aterran los hospitales. Me aterran los doctores. Me aterra no poder dormir. Me aterra volver a sentirme como en esos dÃas, dónde lo único que querÃa era desaparecer, literalmente.
Pero igual sigo aquÃ. He recibido más golpes de los que imaginé podrÃa soportar, pero lo hice y continuo haciéndolo.
Ahora cuando rÃo lo hago de verdad y con el corazón. Quizás es cierto eso de que hay que tocar fondo para aprender a apreciar cuando estamos en la cima, aunque sea por breves instantes, pero aunque sean breves, aunque sean efÃmeros, valen todo el sufrimiento y se sienten como el cielo.
Franselis – FACINGLIFE ✨💛